
Introducción
Asumir los cuidados de otra persona puede resultar una responsabilidad difícil y exigente a nivel físico, mental y emocional especialmente para la persona en quien recae la mayor carga de los cuidados, a quien habitualmente se le reconoce como cuidador o cuidadora principal.
Generalmente, el proceso de convertirse en la persona que cuida surge de manera espontánea, coincidiendo muchas veces con las primeras manifestaciones de la enfermedad de un familiar.
El motivo o motivos por los que una persona se convierte en cuidadora pueden variar según el caso. En muchos casos influyen factores socioculturales, de afecto o percepción de la obligación por el lazo familiar con la persona enferma. Otros motivos pueden ser la presión social, dar ejemplo, no querer institucionalizar a la persona enferma, por falta de otros recursos, etc.
Asumir y vivir el rol de cuidadora de manera sana y sin repercusiones negativas en la vida propia del cuidador, necesita de un tiempo de adaptación que afecta a diferentes aspectos.
El proceso de asumir los cuidados: un proceso de cambio y adaptación
En el proceso de asumir los cuidados de otra persona adulta acontecen una serie de cambios especialmente significativos en la primera fase. El primer y principal cambio es la aparición de la enfermedad y con ella sus repercusiones y las necesidades de cuidado.
Esas necesidades de cuidado pueden aparecer de forma abrupta, de golpe con algún episodio grave o puede hacerlo de manera más paulatina y menos drástica con algunos síntomas que persisten o se van agravando.
Durante la primera fase, aparecen por primera vez las tareas del cuidado, que serán más fáciles o complejas según sea el diagnóstico y nivel de dependencia de la persona enferma así como el curso de la enfermedad.
El proceso de enfermedad es un escenario cambiante e incierto que precisa adaptar y reajustar la dinámica de la persona y su entorno sociofamiliar. Visitas a urgencias, ingresos en el hospital, pruebas más o menos complejas, adaptarse al lenguaje médico y enfermero, dudas, preocupaciones, etc.
Asumir los cuidados impacta en varios o todos los aspectos de la vida del cuidador o cuidadora, condicionando la vida laboral, la vida social, las aficiones e intereses que se desarrollaban hasta ese momento, etc., ya que suele requerir de una gran dedicación de tiempo y recursos.
Ser cuidador o cuidadora principal es una labor exigente y de responsabilidad, conlleva asumir roles y realizar múltiples tareas, muchas de las cuales son totalmente nuevas. Tareas que pueden variar entre cuidados físicos a cuidados orientados a aspectos psicológicos y sociales, como la higiene, llevar a cabo curas o tomar la tensión, manejar la medicación, gestionar citas médicas, efectuar trámites, escuchar, dar apoyo y acompañamiento, entre otras.
Sentimientos y emociones más comunes
Durante la primera fase es cuando los familiares suelen encontrarse con sensación de desconcierto, desconocimiento e incapacidad para manejarse, con estrés e incertidumbre ante los cambios producidos en sus vidas. Es el momento en el que comienzan a asumir el rol de cuidadores y uno o una de ellas lo hará como cuidador o cuidadora principal.
En una segunda fase, es cuando florece una amplia gama de sentimientos que ponen de manifiesto el desajuste emocional que viven los cuidadores. En ese momento, el cuidador o cuidadora es más consciente de la repercusión que tiene en ellos llevar a cabo las tareas del cuidado y en muchos casos, se puede experimentar sufrimiento, tristeza, cansancio, pérdidas, etc.
Más adelante este primer desajuste emocional suele convertirse en un estado de normalidad con mayor sensación de control. En esta tercera fase ya se ha asumido el rol de cuidador o cuidadora y se han activado estrategias de afrontamiento dependiendo de los recursos accesibles. Las expectativas de futuro se habrán ajustado en función de la duración y necesidades previstas del proceso de enfermedad.
Necesidades de la persona que cuida
Una gran parte de las personas que cuidan pueden necesitar ayuda para poder afrontar su rol durante todo el proceso de acompañamiento y ayuda a su familiar.
La ayuda o apoyo a quien cuida puede ser muy variada:
- Ayuda instrumental como puede ser personas en las que delegar y compartir tareas y tiempo de dedicación a la persona enferma.
- Ayuda para el apoyo emocional, de descanso, de desconexión y distracción, para cuidar y mantener la propia salud tanto física como psicológica.
- Necesidades de información, de resolución de dudas, de búsquedas de ayudas o recursos sociales y enseñanzas de destrezas en el cuidado.
Consecuencias del cuidar
En el proceso de cuidar a otra persona adulta se dan tanto consecuencias positivas como negativas en la vida de cada cuidador o cuidadora.
Entre las consecuencias negativas más comunes está el afrontamiento de gastos económicos, aislamiento, disminución de tiempo para sí mismo, conflictos con otros familiares, malestar psicológico y físico disminuyendo su calidad de vida y su salud.
Entre las repercusiones o experiencia positivas destacan la satisfacción, la mejora en la relación con la persona a la que se cuida, la gratitud y el cambio de valores.