
Introducción
Asumir los cuidados de otra persona dependiente supone una dedicación de gran responsabilidad, especialmente para la persona sobre quien recae la mayor carga de tareas.
A lo largo del tiempo de acompañamiento a un ser querido pueden aparecer necesidades muy variadas y cambiantes que requieren de la realización de cuidados orientados tanto al bienestar físico (por ejemplo: la higiene o la alimentación) como al bienestar emocional o social (por ejemplo: darle apoyo, escucha, realizar gestiones o aspectos organizativos,…).
La realización de estos cuidados suele ser una labor exigente y compleja que en muchas ocasiones puede repercutir en la calidad de vida y salud de quien cuida.
Integrar el rol de cuidar de manera sana necesita de un tiempo de adaptación y cambios tanto para usted como para el resto de su familia.
A continuación, compartimos con usted/es información, recomendaciones y consejos que pueden facilitar su labor como cuidador o cuidadora principal.
Empezar a cuidar: un proceso de cambio y adaptación
Convertirse en cuidador o cuidadora de una persona dependiente suele ser un proceso que requiere tiempo para integrar los cambios y adaptarse a las nuevas circunstancias derivadas de las necesidades de su familiar.
De forma general, en este proceso de adaptación se identifican una serie de fases con sensaciones y emociones diferenciadas. La vivencia de este proceso de adaptación es individual y puede variar entre personas. Reconocer estas sensaciones y emociones facilita el proceso de adaptación al nuevo rol de cuidador o cuidadora.
En la primera fase es cuando la familia se empieza a reorganizarse y asumir el rol de cuidar, siendo una o varias personas quienes lo harán como cuidadores principales. En estos momentos suelen experimentarse sensaciones de desconcierto, desconocimiento, estrés, incertidumbre ante los cambios producidos en sus vidas e incapacidad para manejarse con las nuevas necesidades.
En una segunda fase, el cuidador o cuidadora es más consciente de los cambios derivados por las necesidades de su familiar y de la repercusión que esto tiene en sus vidas. Esta toma de conciencia sobre las tareas de cuidados necesarias y los cambios asociados suele derivar en un desajuste emocional frecuente en muchas personas que cuidan, experimentando una amplia gama de sentimientos como sufrimiento, tristeza, cansancio, renuncias o pérdidas, …
Con el tiempo, esta toma de conciencia y su repercusión emocional suele avanzar hacia una mayor sensación de control. En esta tercera fase se asume el rol de cuidador o cuidadora y se activan estrategias de afrontamiento dependiendo de los recursos accesibles. Las expectativas de futuro se habrán ajustado en función de la duración y necesidades previstas del proceso de enfermedad.
Identificar recursos de ayuda
A lo largo del proceso de acompañamiento a su familiar puede ser necesario identificar y buscar recursos de ayuda. La búsqueda o petición de ayuda no debe considerarse un fracaso o una debilidad, más bien lo contrario: se considera una estrategia e iniciativa positiva que le permitirá mejorar su bienestar y el de su familiar.
Algunas de las situaciones y recursos de ayuda frecuentes en cuidadores como usted son los siguientes:
- Ayuda de otras personas para delegar o compartir tareas concretas (por ejemplo: alimentación, movilizaciones, higiene,…) y tiempo de dedicación a la persona enferma.
- Ayuda de otras personas para tener tiempo de descanso, de desconexión y distracción, para cuidar y mantener la propia salud tanto física como psicológica.
- Ayuda de su equipo asistencial de referencia para ampliar información y resolución de dudas relacionadas con las tareas del cuidado.
- Ayuda su equipo asistencial de referencia y/o trabajadora social para tramitar y gestionar recursos sociales tanto públicos como privados.
Repercusiones de ayudar
Cuidar de una persona dependiente es una dedicación compleja que conlleva en muchas ocasiones una serie de repercusiones la calidad de vida y salud de quien cuida.
Un gran porcentaje de cuidadores y cuidadoras experimentan sensaciones positivas derivadas del cuidar, entre las que destacan: satisfacción, mejora en la relación con la persona a la que se cuida, gratitud y cambios en valores de vida. Mientras que entre las consecuencias negativas están el malestar psicológico y físico, aislamiento social, disminución de tiempo para sí mismo, conflictos con otros familiares y aumento de los gastos económicos.
Recomendaciones generales
Algunas de las recomendaciones generales que pueden ser de utilidad para facilitar su rol de cuidador o cuidadora son las siguientes:
- Organice los cuidados estableciendo rutinas diarias y semanales, según sea la necesidad de su familiar.
- Identifique necesidades no cubiertas en el familiar dependiente y busque ayuda en su entorno familiar o en su equipo asistencial de referencia (médico, enfermera, trabajadora social,…).
- Dedique tiempo de forma regular para el descanso, la alimentación, el ejercicio y la vida social.
- Dedique tiempo a reflexionar y pensar en usted a través de la relajación o meditación, desconectando de las tareas de cuidados.
- Prepare las conversaciones que desee mantener tanto con el personal sanitario como con familiares y allegados.