
¿Qué quiere decir gestión emocional?
Toda persona siente emociones en respuesta a las circunstancias que está viviendo y a los pensamientos con los que convivimos constantemente. Desde alegría, sorpresa o tristeza hasta frustración, rabia o desesperanza, entre otras muchas y más complejas.
Las emociones son un conjunto de respuestas igual que cualquier otro proceso natural del ser humano. Cada emoción tiene su función para ayudarnos a lidiar con las diferentes situaciones en las que podemos encontrarnos, nos ayudan a conocernos y a saber qué necesitamos. No es posible no tenerlas, esta no es una opción realista, por tanto es muy importante saber gestionarlas. Dejar fluir las emociones sin dejarnos arrastrar por ellas es muy importante para llevar una vida plena y saludable.
Con la expresión Gestión emocional se hace referencia a ser capaz de reconocer qué estoy sintiendo y acoger cualquier emoción con naturalidad y afecto hacia mí mismo. Aprender a gestionar las emociones permite descubrir qué necesito y cómo vivir con esa emoción sin desbordarme.
¿Por qué es especialmente importante saber gestionar nuestras emociones cuando cuidamos de otra persona?
Cuidar en casa a una persona con dependencia por un proceso de enfermedad o por el proceso de envejecer puede llegar a ser una situación exigente para quien cuida.. Las tareas de cuidar conllevan multitud de actividades, tareas y responsabilidades, así como situaciones estresantes, delicadas y emocionalmente intensas para la persona enferma y para quien la cuida. A lo largo del tiempo existe la posibilidad de que quien cuida, pueda experimentar frustración, irritabilidad, tristeza, angustia, asilamiento y otros sensaciones relacionadas con lo que, que se conoce como el “Síndrome o desgaste del cuidador”.
¿Cómo saber si sufro el Síndrome de sobrecarga de los cuidadores y cuidadoras principales?
El síndrome de sobrecarga de cuidados es una situación que se da en un gran número de personas que cuidan durante largos períodos de tiempo, en la que se experimenta un profundo desgaste emocional y físico.
Algunos de los signos y señales más frecuentes que indican que el cuidador o cuidadora ha llegado a un estado de desgaste físico, psicológico, social y de salud son los siguientes:
- Tristeza e irritabilidad de intensidad variable.
- Estados de embotamiento mental, cansancio crónico y falta de concentración.
- Dificultad para relajarse y descansar.
- Aislamiento y apatía por la vida social, pérdida de las amistades y otras relaciones.
- Nula atención a las propias necesidades e incluso al deterioro de la propia salud.
- Ningún momento dedicado al ocio y el entretenimiento.
- Sentimientos encontrados entre emociones negativas hacia la persona que se cuida y culpa.
- Creencias acerca de la imposibilidad de delegar el cuidado en otras personas
¿Cómo puedo gestionar mis emociones?
Por suerte podemos aprender a gestionar nuestras emociones. El primer paso es aliarse con uno mismo. Esto quiere decir ser paciente consigo mismo/a y darse permiso para sentir emociones desde este momento.
El camino para gestionar nuestras emociones es tomar una actitud responsable, observarse, reflexionar y abrirse a aprender a gestionar nuestras emociones y reacciones de un modo nuevo y diferente que nos ayude a sentirnos mejor.
. Acudir al psicólogo y/o asistir a talleres que promuevan el autoconocimiento y el manejo emocional son un buen modo de aprender recursos nuevos, rescatar y afianzar aquellos con los que ya contamos.
Contar con más recursos internos ayudará a que la emoción no se adueñe por completo de nosotros y podamos experimentarla beneficiándonos de ella sin sobrecargarnos.
De este modo, conseguiremos mantener un buen estado de ánimo, conocernos mejor, mejorar nuestras relaciones y en definitiva, vivir plenamente.
A continuación, le presentamos algunas recomendaciones que pueden ayudarle a comenzar a afrontar de manera diferente sus emociones.
¿Qué comportamientos sería recomendable evitar?
Algunos comportamientos pueden servir en una situación puntual o a corto plazo para manejar una situación complicada, sin embargo, pueden llegar a convertirse en un hábito contraproducente. Estas actitudes puede estar señalando que nos sentimos desbordados y que nos hemos quedado sin recursos que nos ayuden a cambiar o mejorar el manejo de la situación difícil con la que estamos lidiando.
Algunos de estos comportamientos contraproducentes son:
– Callar y tragar: no dar muestra a nadie de qué sentimos, hacer que no nos pasa nada, mostrar una máscara.
– Desbordarse a la mínima situación: no poder controlar el llanto, la rabia o la tristeza, para expresarla con mesura y en los momentos más adecuados.
– Racionalizar en lugar de sentir: pensar y hablar sobre lo que ha pasado, dar explicaciones a otros y a nosotros mismos, dándoles vueltas en la cabeza.
– Evadirse: tapar las emociones tomando sustancias nocivas como el alcohol, o practicando hábitos poco saludables como comer compulsivamente, entre otros.
– Negar lo que sentimos como si no existiese: quedar como congelados emocionalmente ante cualquier situación sea buena o mala.
Estas situaciones u otras similares tienen sus consecuencias, ya que producen estado de ánimo bajo o irritado, dificultad para relacionarnos con los demás, puede bloquearnos, aislarnos, acabar con molestias físicas o incluso enfermar.
Recomendaciones
- Conocerse mejor: para ello puede ser útil ir anotando las situaciones que más le han perturbado en un diario o cuaderno. Reflexionar y escribir qué emociones se le han despertado, cómo lo ha sentido en el cuerpo y cuáles han sido sus pensamientos. Esto le ayudará a ir conociéndose, observar cómo reacciona y qué pensamientos suele tener en esos momentos.
- Canalizar de forma sana las emociones: algunos de las formas para gestionar emociones intensas o negativas puede ser, por ejemplo saliendo a dar una vuelta rápida para soltar rabia cuando se sienta muy enfadada o frustrada o tomándose un tiempo para llorar la tristeza. Puede escribir sobre cómo se siente, para descargar estrés y frustración.
- Pautas/Ejercicios para relajarse: , con la ayuda de un vídeo o audio, dando un paseo, tomando un baño, escuchando su música favorita o haciendo ejercicios de respiración. Algunos ejercicios suaves o estiramientos también ayudan a destensar el cuerpo y la mente.
- Dedicar tiempo a los cuidados propios: Alternar actividades dedicadas al cuidado de otro con aquellas dedicadas al autocuidado para tener momentos destinados a atenderse a usted misma. Haga lo que más le ayude y le guste para despejarse por un rato.
- Llevar hábitos saludables: alimentación, ejercicio, descanso. Pequeños cambios en estos aspectos influyen mucho en el estado de ánimo.
- Comparta su vivencia con otras personas: Conectar con otras personas ya sea para compartir sus sentimientos y preocupaciones como para distraerse hablando de otras cosas.
- Buscar apoyo en los demás. Acudir a familiares, amigos o profesionales para compartir tareas del cuidado u otras tareas que alivien la carga (domésticas).
- Pedir ayuda profesional:. Consultar con su médico/a o enfermera, y/o con un psicólogo/a puede ser un paso decisivo para mejorar su estado de ánimo y el afrontamiento de la situación.
- Informarse de recursos de ayuda: servicios institucionales y asociaciones de familiares o profesionales. Los profesionales de la salud pueden conocer aquellos que estén cerca de usted.